lunes, 15 de marzo de 2010

Hoy, sin duda alguna es el día que mas me ha costado escribir, no se bien porque, realmente incluso pensé abandonar este diario o bitácora de ruta, pero preferí seguir a modo de catarsis.
Hoy, fui a constitución, partimos en la micro rural que sale de Putú a las 7 de la mañana, el viaje duro mas de lo normal, producto a las dificultades del camino,  y al cruzar el rió Maule escuche indirectamente uno de los relatos mas desgarradote. Un joven, (como muchos otros), acampo la noche del viernes en la isla que esta en el medio del rió Maule, un pequeño montículo de arena que sirvió por años como improvisado camping, durante la tarde los niños jugaban a trepar los árboles, sin pensar que esa seria una de las pocas formas de sobrevivir, después del terremoto y al llegar la primera ola, este joven trepo a la copa de uno de los árboles, un hombre, que también acampaba, le suplico tomar a su pequeña hija, y protegerla, al pasar la primera ola, le pido bajarla, sin prever que la segundo ola era la mortal, el joven relataba que simplemente desapareció entre las aguas que se mezclaban entre el Maule y el mar…
Con esa introducción entraba a una de las ciudades mas devastadas de chile.
Luego de esto recorrí calles destruidas por el terremoto, pero peor aun, por el mar y el rió.
Un panorama que apesumbraba a cualquiera,
Entre las calles estaba la destrucción por parte de la naturaleza, pero también las que fueron producidas por el saqueo.
Al llegar a una de las esquinas de la ciudad el olor a putrefacción era insoportable, quedara en mí la duda de saber origen del hedor.
Luego, en una de las tantas filas para hacer un sin fin de tramites pendientes, pospuesto producto a los daños de las oficinas publicas, presencié una discusión entre maulinos, intentaban buscar entre todos un culpable a lo sucedido, unos culpaban al gobiernos, otros a la marina, otros a la municipalidad, pero solo una señora dejo a todos sin habla al decir, que todos éramos culpables, que todos sabían que esto podría ocurrir y que todos sabían que había que subir al cerro en caso de terremoto, pero la histeria los había invadido.
Al volver a Putú, en mi solo abundaba el silencio, no podia dejar de pensar en el joven anónimo de la micro y en la niña que no pudo salvar.
Pensando que me distraería partí a los caulles, nombre que tiene la costa putugana,, zona que esta dedicada al ganado y la agricultura, por su dificultoso acceso, solo unos cuantos campesinos que dedican su vida a los animales, a la leche y la siembra habitan el lugar.
Lamentablemente mi idea fue un error, las pocas casas simplemente no existían, solo eran escombros y en una de ellas deslumbre la recreación de un escape, una cama destruida, un montón de ropa de dormir dispersa por alrededor y muchos escombros.
Afortunadamente el mar no entro a estas costas por una sola razón… las conocidas dunas de Putú.

P.D. Es importante saber si les interesa o encuentran que esto no es necesario, por que no es mi deseo cargarlos con información innecesaria.

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